Aprovecho unos minutillos de descanso de estudio para dedicar unas lineas a esto del Erasmus que poco a poco se va acabando.
Tras bastantes meses por aquí y con la vuelta a menos de un mes, te das cuenta de que realmente te da mucha pena marcharte, en este periodo vivido se han hecho muy buenos amigos, amigos que consideras ya de toda la vida, con los que has compartido horas de estudio, fiestas, viajes y un sinfín de experiencias difíciles de olvidar.
Escucho como otras personas, generalmente extranjeros (me refiero a no españoles), están ansiosos por irse, por volver con los suyos y abandonar ya está tierra donde simplemente se han limitado a tener conocidos, o quizás amigos, pero no de los de verdad, no amigos como los que he descrito arriba. Creo que es por esto por lo que los españoles solemos hacer piña, somos muy abiertos y muy cerrados a la vez, abiertos porque no nos cuesta mostrarnos a la gente, intimamos rápidamente y nos sentimos queridos y acogidos. Y cerrados porque hay gente que no sabe ver esto, no sabe ver que nos encontramos en nuestra salsa estudiando siempre a última hora, apurando todos los momentos de fiesta, mostrándonos un cariño extraño para conocernos de tan solo ocho meses… y es que somos distintos, ni mejores ni peores, distintos.
Y claro, llega el momento casi de despedirse, algunos ya se han ido y a otros les queda muy poco, sabes que de vuelta a casa hay otros muchos amigos esperándote, de los que en su día te costó mucho despedirte, pero quizás menos que ahora porque sabes que siempre estarían a la vuelta, pero los que has conocido aquí puede que no los vuelvas a ver. Se escucha promesas de quedadas anuales, de vacaciones juntos, de yo iré a verte y tú a mi también… reuniones que esperemos se lleven a cabo, pero no será lo mismo, faltará gente y eso se notará. Al principio se suele poner mucho empeño en reunirte otra vez con la que has considerado tu gente, pero poco a poco se van debilitando esas ansias y no porque se acabe el cariño, se olviden los buenos momentos ni nada por el estilo, simplemente porque vuelves a casa con los tuyos o te vas y conoces nuevas gentes con las que te cuesta poco intimar, abrirte… y el ciclo vuelve a empezar. Aun con todo, esperemos que todos pongamos mucho empeño y que la gran mayoría podamos seguir viéndonos, quedando una vez al año como poco y recordando todos esos momentos que unidos, crearon el probablemente mejor año de nuestras vidas.
Porque el título está equivocado, y esto no es el principio del fin, sino el fin del principio… 😉