Ya estoy de nuevo, la verdad es que llegué ayer pero me fue imposible sentarme un buen rato a relatar mi viaje, luego explicaré el porqué.
Viernes 11
No sé si decir viernes 11 o jueves 10 porque la verdad es que fueron el mismo día. Después de pegarme todo el día en la uni currando para no tener ningún cargo de conciencia de pegarme un finde sin hacer nada, volví a casa, hice la maleta, recogí el cuarto y salí a la cocina común a cenar.
La idea era salir luego así que después de la cenita, algunos valientes nos atrevimos a echar unas birritas en casa y luego continuar en el bar de la uni que ya he nombrado alguna vez “Kampsax”. La noche pretendía ser tranquilita pero hay veces que las cosas se desmadran y no hay muchas ganas de hacer nada para contenerlas, así que aún controlándome bastante el alcohol hizo mella en mi cuerpo y volvía a las 4 a casa en un estado que distaba del sobrio.
Avisé a la gente que dormía para que se preparasen, habíamos quedado a las 4.45 y había muchas cosas que hacer, yo me duché, me hice los bocatas y estuve listo a la hora, aunque por algún que otro contratiempo al final casi tuvimos que correr para coger el avió que despegaba a las 7:00.
En el aeropuerto nos juntamos todos los que íbamos: Javi Asturias, Jorge Asturias, Santi, Boro, Carlikes, Gonzalo, María Ávila, Tere, Lili, Guille, Lluis, Boisán, Isa, Toño, Iago, Dianita, Yuste, Jorge León y yo. Subimos al avión y muchos nos dormimos hasta que llegamos la capital de un país totalmente desconocido para mí, Suecia, sobre las 8:30 de la mañana.
Cogimos un autobús por tandas ya que no cupimos todos en el primero, que nos llevaba desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad. Cuando nos juntamos todos de nuevo nos pusimos rumbo al hostal para dejar todas las maletas. El hostal decía estar situado en la parte sur del centro de la ciudad, no era muy céntrico, la verdad, así que hubo que caminar durante una hora.
Llegamos al hostal donde nos atendieron de manera estupenda, no se nos cobró la cuota por no tener la tarjeta de YouthHostel y a la hora de pagar todo fueron facilidades. Cuando por fin estábamos listos nos pusimos rumbo a conocer la ciudad. Compramos una tarjeta que permite utilizar todo tipo de transporte durante 3 días por 200 SKK, consultamos la información y turismo donde nos mandaron recomendaron las cosas que ver así que pateamos y pateamos, paseamos por los bonitos parajes de una isla, volvimos al centro en barco, vimos el impresionante parlmaneto, repusimos fuerzas en un McDonald’s ¿donde si no? y seguimos pateando, perdiéndonos por callejuelas estrechas y con mucho encanto del verdadero centro de la ciudad. Cayó la noche y volvimos al hostal a cenar, comenzamos el ya conocidísimo ritual del beber y luego salimos de fiesta. Boisán tenía un par de amigos viviendo allí que nos llevaron a la zona de bares, tras la negativa de entrar en el primer bar, conseguimos entrar en el segundo, un concierto de gente rara siendo escuchado por gente más rara todavía, repeinados, gafas de pasta, chaquetitas al más estilo “nerd” que para ellos será ir a la última. Pagué un par de cervezas a un precio excesivo, bailé música inexistente cuando todos estaban de bajón y por último volvimos a casa en uno de los últimos trenes.
Sábado 12
La idea era salir del hostal a las 12:00, pero como era de esperar, mover a tantísima gente (éramos uno más ya que el día anterior se había sumado GuadalaJavi), fue imposible. Al final salimos a lo que serían las 13:30, yo había madrugado un poco más para ir a hacer la compra y prepararme un par de bocadillos, me conozco estas situaciones y como es tan difícil ponerse de acuerdo prefería llevar mis bocadillos y cuando tuviese hambre hincarles el diente. Fuimos al ayuntamiento y estuvimos bastante tiempo por sus jardines, decidimos dejar la entrada para el día siguiente. Subimos a un mirador donde pudimos apreciar la inmensidad de la ciudad (un poco caótica, eso sí), visitamos un par de estaciones del metro que es considerada la obra más larga del mundo, tuvimos que dividirnos una vez ya que algunos preferían descansar y otros seguir caminado, seguimos viendo el centro de la ciudad, paseamos por paseos marítimos, quisimos entrar en la ópera, en definitiva, vivimos la ciudad.
Llego la noche así que volvimos al hostal a cenar, a beber y a prepararnos para salir de nuevo. Esta vez tocaba salir por la zona “cara” y “pija”, preguntamos si nos dejarían entrar y aunque parezca mentira no se nos puso ningún tipo de problema al entrar en el bar llamado “Fellows”. Una vez dentro dejamos los abrigos, bebimos un par de cervezas de nuevo a un precio escandaloso y junto con Boisán, caí en el juego. Siempre he tenido una especie de tendencia a apostar aunque he sabido controlarla pero esa noche había mesas de Blackjack dentro del bar y decidimos jugar, cambiamos 40 SKK (4 € aprox.) y las reglas eran que si llegábamos a 0 o a 100 nos retirábamos, jugamos durante unos 10 minutos y tras algunas jugadas algo extrañas por no conocer las reglas, algo de suerte (supongo que la del principiante) y tensión, llegamos a la cifra de parada 100 SKK (10 € aprox.) que nos valió para echarnos una cerveza. Cuando estábamos todos bastante animadillos, la fiesta paró, es lo malo de Estocolmo, a las 3 se cierra todo, así que muy a nuestro pesar, cogimos el último metro y llegamos a casa.
Domingo 13
Ya era el último día, prometía ser largo y como teníamos mucho que hacer decidimos quedar a las 11. Esta vez la cosa funcionó mejor y casi no nos retrasamos.
Fuimos al ayuntamiento y entramos, por 50 SKK pudimos visitar el salón donde se entregan los premios Nobel, donde se casan los matrimonios por lo civil, la sala dorada donde los Suecos muestran su egocentrismo… Luego fuimos a lo que nadie debería perderse si se visita Estocolmo, el Vasa Museum, que muestra un barco de guerra que se hundió tras navegar durante escasos 25 minutos, estuvo 333 años sumergido y ahora se exhibe casi intacto y muy bien conservado.
Paramos luego a comer, nos volvimos a dividir ya que algunos estaban muy cansados y no les apetecía andar más, así que seguimos recorriendo las calles de la ciudad, vimos el puerto (uno de tantos), la Catedral, etc. Luego volvimos a juntarnos todos, compramos algo de cena, recogimos las maletas de las consignas y nos fuimos al aeropuerto.
Allí cenamos, hicimos algo de tiempo y yo enseguida me fui a dormir tirado en el suelo cual vagabundo, pasé frío pero dormí unas 3 horas y media pese a que una máquina limpiadora casi trunca una de mis extremidades superiores…
Lunes 14
Me desperté en el aeropuerto sobre las 5, me aseé, pasamos el control, desayunamos y subimos al avión en la última llamada, me dormí y ni me enteré del despeje y el aterrizaje. Llegué a lo que ya considero mi casa (aunque por poco tiempo ya), me duché, volví a desayunar y corrí a hacer una reunión que tenía con un profesor que me iba a ofrecer proyecto después de varios meses buscando. Me ofreció 3 que no me gustan mucho y por 5 meses, lo que significaría seguir en Dinamarca hasta septiembre… difícil decisión que tendré que tomar antes del lunes…
El resumen del viaje, maravilloso país donde la vida es más barata que en Dinamarca pero la fiesta más cara y menos intensa, la ciudad con mucho encanto, la capital que más me ha gustado de todas las escandinavas que he visitado, no comí en ningún sitio de comida rápida ya que siempre llevaba bocadillos pero ya tenía ganas de comer caliente, demasiada gente que hace el viaje más divertido aunque a la vez más cansado y un hostal perfecto, en definitiva, una experiencia más que recordar… 🙂