Ya estoy aquí de nuevo tras mucho tiempo sin actualizar…
Como varios sabréis, he viajado a Suiza para visitar a mi amigo Tig que se encuentra en Lausanne, un pqueño pueblouna ciudad de Suiza. Así que como es habitual en mis viajes, procedo a contaros el día a día…
Miercoles 4
Salí de casa por la noche, a eso de las 2 de la madrugada, en principio la idea era que yo viajase con un amigo pero por una traición un cambio de última hora, tuve que viajar solo en el autobús hasta Barcelona donde tuve problemas para dormir y luego en un avión que cogí hasta Ginebra.
Tig y yo con chorro en Ginebra
Llegué a Ginebra sobre las 10 de la mañana donde me recibió Tig con un poquillo de retraso, como Sara llegaba por la noche teníamos todo el día para ver la grandiosa Ginebra, que al final resultó ser una ciudad con poco encanto, quizás demasiado poco, ya que pudimos recorrer la ciudad en escasas horas y luego tener que dedicarnos a perder el tiempo, jugando al ajedrez en un tablero gigante bajo una refrescante lluvia y luego tomando un café en un café que poco tenía de vasco, aunque así se reflejaba en el nombre. Donde por cierto, conocimos a un par de personajes extraños que nos ofrecieron puros y nos entretuvieron con preguntas ciertamente desconcertantes…
Cuando ya habíamos conseguido perder suficiente el tiempo, volvimos al aeropuerto a cambiarnos de calzado, estábamos empapados y ahí empecé a darme cuenta de como he cambiado, yo, el tío responsable que no pierde nunca nada, esta vez había perdido el recibo de haber dejado la mochila en la consigna…
509
Sara llegó con un poco de retraso, recogimos todo y nos fuimos a casa en el segundo tren que pasó, ya que el primero, debido a un malentendido, lo perdimos… Una vez en casa, cenamos y como no había mucho espíritu de salir por parte del resto de gente, no tardamos en irnos a dormir tras un día agotador. Ya en la cama me di cuenta de que había perdido mi palestino… definitivamente no era yo el que estaba de viaje.
Jueves 5
Yo deforme
El jueves nos levantamos con ganas de hacer turismo aunque como tampoco hay mucho que hacer por esa ciudad, enseguida nos recorrimos todo. Nos hicimos el bono de transporte y justo cuando íbamos a pagar, me di cuenta de que me había olvidado la cartera en casa (¿pero que cojones me está pasando?)… total que me tuvieron que escanear la foto del pasaporte que afortunádamente llevaba en la mochila, eso sí, con trágicas consecuencias ya que, o el escáner estaba jodido, o mi cabeza está deformada y llevo 24 años sin darme cuenta, si no me creéis, mirad la foto…
Los 3 en el Darling (actualizada, que en la otra se nos iban los ojos)
Hicimos la compra y volvimos a casa a comer. Después de descansar un ratillo, seguimos haciendo turismo por las orillas del lago, volvimos a casa a cenar una riquísima
Fondue acompañados de muchos españoles y luego salimos de fiesta. Me gustó volver a sentirme un extranjero saliendo de marcha, encima esta vez, acompañados de mis amigos de “casa”. Si tuviese que comprar el bar donde estuve, lo asemejaría a mi querido
Kulør Bar de Copenhague, pero esta vez se llamaba
Darling y estaba en Suiza. Mucha cerveza, algún baile en la tarima, palabras incomprensibles con gente desconocida, un malentendido que me hizo perder la cerveza… y al final, a las 4 y pico en casa, totalmente alcoholizado…
Viernes 6
Con mucha calma, así es como nos despertamos. No queríamos coger muchos trenes ya que es carísimo y como tampoco había mucho más que hacer por Lausanne, pues nos permitimos el lujo de dormir hasta muy tarde. Comimos y luego más turismo callejenado y entrando en tiendas de lo más cool.
Volvimos a casa a cenar, esta vez tocaba pizza hecha por nosotros… después a ducharse y a salir de marcha. Esa noche nos juntamos con más gente de Erasmus, la mayoría españoles y cabe destacar el buen rollo que hubo con un mejicano llamado Paco y su compinche andaluz, Pedro. Muchas risas en una taberna irlandesa donde algunas fueron echadas por entrar cerveza en lata, luego de nuevo al Darling. Más cerveza, muchos bailes y de nuevo en estado etílico a casa.
Sábado 7
Mucha nieve en Gruyère
Madrugón a las 9:30 ya que, hoy sí, tocaba hacer turismo. Tig y Alberto nos habían preparado un viaje a
Gruyère (sí, como el queso, pero nos os confundáis como muchos hicimos, el queso gruyer no es el de agujeros…). Fuimos en el tren Alberto, sus amigas y nosotros. Nos equivocamos de parada y vimos un pueblo que, la verdad, no tenía nada de interesante. Al rato nos dimos cuenta de que el pueblo que queríamos visitar estaba en lo alto de la montaña que se veía a lo lejos, así que comimos otra
Fondue para coger fuerzas y luego escalar la abrupta montaña donde a algunos les costó más que a otros debido a su inadecuado calzado…
Saltando en Gruyère
Vimos el pueblo de
Gruyère en sí, que es una especie de ciudad medieval bastante bonita, muchas cuestas y todas las calles empedradas. Al fondo un castillo donde había que pagar por entrar y por supuesto no pagamos. Seguimos recorriendo las calles y nos encontramos con un bar de lo mas extraordinario, todo decorado como la película de
Alien. Sillas adornadas con columnas vertebrales, mesas con patas exageradas, paredes con cabezas de niños enfermos… y aunque puede sonar horroroso, todo ello era impresionante, y no para mal…
Foto tuenti... que vergüenza
Volvimos a casa a cenar y coger fuerzas para la última noche, ya que esta vez, nos iríamos de empalmada. Llevamos las maletas a la estación, tomamos provisiones y nos pusimos a beber en una esquina como buenos españoles. Creo que estaríamos a unos 0 grados, y la verdad es que la gente no paraba de mirarnos como gente muy extraña.. supongo que no están acostumbrados a ver a la gente beber en la calle. Tuvimos conversaciones de lo mas inverosímiles, desvariamos creyendo que éramos un grupo de música, que poseíamos un sitio web con miles de visitas, etc.
En el rincón oscuro
Cuando ya cogimos suficiente frío, nos fuimos a resguardar a un bar llamado
Jaggers, donde tuvimos que pagar por entrar, bebimos algo más, seguimos desvariando y al final se hizo la hora de marcharnos así que nos fuimos a la estación cogimos el tren y nos pusimos rumbo a Ginebra.
Domingo 8
Realmente no puedo diferenciar cuando dejó de ser sábado y cuando empezó el domingo, sé que me dormí en el tren, que nos despertamos y tuvimos que cambiar de vagón porque algo se había quemado. Volvimos a dormirnos hasta llegar al aeropuerto, me puse de mala hostia, y no sé porque, ya que nunca tengo mal despertar, lo pagué con quien no se lo merecía. Tomamos un café y yo, una napolitana que alguien se había dejado intacta en una mesa. Montamos en el avión y me dormí sin enterarme siquiera del despegue y aterrizaje en Barcelona.
Perdimos el tren de cercanías y creímos que no llegaríamos al autobús… pero llegamos. Nos montamos y volvimos a dormir para, por fin, llegar a eso de las 14:30 a nuestra querida Zaragoza después de casi 12 horas de viaje…
Resumen
Podría decirse que reviví mi año pasado aunque de una manera muy distinta. Las comparaciones son odiosas y por ello no las haré. Conocí gente estupenda aunque creo que con el espíritu Erasmus muy distinto al que yo sentí…
Además me di cuenta de cuanto francés he perdido, una lástima ya que en su día supe hablarlo perfectamente, ¡que le vamos a hacer! Nada dura eternamente.
Y por último, espero que mi yo despistado, irresponsable y deforme se quedase en Suiza…